Compartiendo Experiencias

Hermosa Experiencia de Vida, «usando el Poder de Observarse a Sí mismo, la Firmeza y la Aceptación».

Junio 25 de 2020

De nuevo el milagro. La obra magnifica del cielo, del querer, de la intención. De hacer conciencia de la virtud que me falta, o que debo trabajar, al revisar el pasado, episodios demasiado fuertes y dolorosos, poder observarlos desde afuera y comprender, hacerme responsable de lo que hice, dejé de hacer y permití, definido por dos virtudes maravillosas: Aceptación y Firmeza.


Ahora, comprendo y puedo afirmar que en ese momento confundí la aceptación con sumisión. Entre la fuerza de mi carácter, el poder sentir y ver que los sucesos y las acciones no eran los correctos, pero en muchos casos hacer caso omiso a lo que veía y percibía y en otros, simplemente callar.

No sabía cómo expresarlo ni cómo actuar, y esa negación e imposibilidad, aunada a una ira contenida o en otras ocasiones acompañada de una explosión casi volcánica, derivaba en resultados muchas veces contraproducentes. Otras veces sentía que por fin había liberado y expresado lo que sabía que era verdad aun cuando no fuera “evidente”. Pero de nuevo, retornaba al camino equivocado.

Mi Alma continuaba buscando, anhelando. Esa esencia que se sabe ES y que siempre está.

Bueno con el trabajo interior, la ayuda de la enseñanza pitagórica tan dulce y magníficamente brindada por Amelita, las continuas reuniones del grupo Escuela Pythagorica puedo lograr y comprobar resultados, una vez más, frente a situaciones externas que evidentemente no controlo, pero lo que sí controlo son mis emociones y acciones consecuentes.


Debido al confinamiento, mi pidieron que en una fecha específica, reclamara múltiples medicinas para mi papá (adulto mayor con diabetes, bypass coronario y glaucoma). Uno de estos medicamentos requiere conservarse refrigerado, razón por la cual debía asegurar la disponibilidad de una nevera con gel refrigerante. Si bien hice el pedido a domicilio dos días antes de la fecha, no llegó. La noche anterior estuvimos con mi hija menor hasta pasadas las 11:00p.m. buscando opciones, sin resultado tangible. Nada. Decidimos confiar y soltar.


A la mañana siguiente ocurrió el primer milagro, de muchos otros que vendrían ese día. Uno de los vigilantes del edificio me ayudo a conseguirla. Que alivio ¡!!! y cuanto agradecimiento.


Llegué a la Entidad en la cual debía obtener las medicinas. Estuve alrededor de 5 horas bajando y subiendo de un piso a otro, dirigiéndome de un dependiente a otro, de un área a otra, portando la nevera con gel congelante, las innumerables fórmulas médicas y autorizaciones, formatos, sellos, aprobaciones, etc., todos estos protocolos tan locos y alejados de las necesidades de pacientes mayores.

Después de horas de ires y venires, repetir la misma historia, solicitar, pedir, preguntar, presentar evidencias, logré el objetivo. Si bien éste es muy importante, lo más valioso y maravilloso fue percatarme de cómo a pesar de todos los obstáculos, incluidos los cambios de horarios y de protocolos sin previo aviso a los pacientes, en ningún momento sentí enojo, frustración, o darme por vencida. Yo continuaba haciendo lo posible para lograr la tarea.

Nada de pensamientos negativos, o mente enloquecida, queja, expresión o sensación explosiva que debiera contener; de hecho no recuerdo haber sentido ni siquiera necesidad de ello, tampoco recordaba esa conducta frente a cada impase. Por el contrario, siempre me sentí en paz, un poco cansada al final, pero bien. Agradecida. Era como si estuviera viendo una película, observando los eventos desde afuera.


Feliz de haber actuado con firmeza cuando ya la situación, el tiempo y por qué no, el cansancio, así lo demandaron. Y soplaron vientos a mi favor, tanto que Dios, la Virgen, los Angelitos y el Universo, dispusieron de aliados o se presentaron en forma de aliados, para que todo el tema fluyera.
Si me preguntaran que sentí en todo momento, la respuesta es Paz, Paz, Paz. Era una sensación magnífica, sublime, con mi mente en silencio durante todo el proceso. Liviana. Aún no salgo de mi asombro.

Gracias, Gracias, Gracias

Natalie, Bógota, Colombia

Junio 2020

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